Por Octavio Getino
En el amplio campo de las actividades culturales, el sector de las industrias, donde se ubican también los medios de comunicación, ocupa un lugar estratégico tanto por su incidencia en la formación y reproducción de valores simbólicos, como por su impacto en la economía, el empleo y el desarrollo en general. Dentro de este sector, el correspondiente al audiovisual aparece cada vez más como el de mayor importancia, en la medida que, por una parte, convoca a buena parte de las expresiones artísticas y culturales, por otra dinamiza el rubro de las nuevas tecnologías, y finalmente, incentiva consumos de bienes y servicios de la mayor parte de las otras industrias. Sin contar, además, de su capacidad para formar o deformar opiniones y conductas de la población.
Las industrias audiovisuales han desempeñado a lo largo del siglo un papel fundamental en el acercamiento de las culturas latinoamericanas incluidas las de Sudamérica. Primero el cine, luego la televisión y por último las intercomunicaciones satelitales y las nuevas tecnologías audiovisuales han facilitado a nuestros pueblos niveles de intercambio y de autoreconocimiento que superan con creces los logrados por la actividad de otros sectores de la cultura y la comunicación social.
Pero la importancia de este sector no se limita a los campos de la cultura y la comunicación. Día a día se hace cada vez más visible su enorme incidencia en la economía y en la vida social de las naciones, particularmente en las de mayor desarrollo, donde están generando más empleo que cualquier otro sector industrial, representando sus ventas globales el 12% del valor de la producción industrial en todo el mundo.
La significación estratégica del sector ha comenzado a ser motivo de interés, tanto del sector público como de empresarios, productores y cineastas, como lo prueban los diversos encuentros y festivales convocados en los países mercosureños (ejemplos de ello son el Amerigramas, realizado en distintas oportunidades en Buenos Aires, o el Florianopolis Audiovisual Mercosul, de Brasil), así como algunos acuerdos entre productores cinematográficos, como es el de la creación de una asociación de productores audiovisuales del MERCOSUR y de una federación de sindicatos de técnicos y profesionales del sector.
A ello se suman investigaciones y estudios que comienzan a analizar los procesos de convergencia existentes entre las nuevas tecnologías audiovisuales, las telecomunicaciones y la informática regional, como recursos que pueden servir para el desarrollo de nuestra producción audiovisual –de mediar políticas adecuadas- como para acentuar nuestra dependencia y sometimiento a los modelos dominantes, particularmente el norteamericano.
Actualmente, la mayor capacidad productiva del sector se concentra, como sucede con las industrias culturales en general, en Brasil y Argentina, los países de mayor desarrollo que representan, entre otras cosas por la mayor dimensión de su población, los índices más elevados de producción y de consumo de medios audiovisuales y bienes y servicios culturales.
En el sector televisivo, Brasil aparece como uno de los exponentes más importantes del mundo –habiendo alcanzado con sus imágenes a más de cien países de todo el planeta- lo que le ha permitido difundir aspectos relevantes de su cultura. El desarrollo satelital y las nuevas tecnologías facilitan el rápido crecimiento de nuevos sistemas de TV como son los de la televisión codificada o por cable. Ello permite a las emisoras de algunos países, como Argentina, Brasil y Chile, proyectarse con sus imágenes sobre el resto de la región.
En materia de nuevos medios, los conglomerados argentinos se han lanzado a experimentar su comercialización, en otros países además del propio. El grupo Atlántida de la Argentina ha procedido a incorporar una red de TV cable que opera en Brasil y Chile, además de la Argentina. También el Grupo Clarín se habría asociado a capitales brasileños para crear emisoras de TV cable en ciudades de ese país. Esta empresa ha manifestado la voluntad de incursionar en otros medios, como la radio, en los restantes países del MERCOSUR. Las empresas argentinas aprovechan en este rubro su experiencia como pioneras del cable en la región.
Otro rubro en el que se están realizando emprendimientos conjuntos es el de las telecomunicaciones, asociadas en algunos casos al sector satelital y a la televisión. Varias grandes empresas brasileñas han constituido subsidiarias para actuar en el lucrativo negocio de las telecomunicaciones. La compañía estatal brasileña Telebras se asoció en noviembre de 1994 al consorcio privado LocalSat, que, a su vez, participaba del satélite argentino NahuelSat, comercializando sus servicios en Brasil.
También en este sector, las grandes empresas transnacionales intentan ocupar espacios de convergencia, para dominar el trípode de la telefónica, el televisor y el ordenador. Telefónica Española, por ejemplo, dueña en su país de origen de importantes compañías de radio, cine, televisión, informática y prensa escrita, tiende a dominar espacios semejantes en Argentina -controla el 50% de la telefonía compartidos con multimedios locales y grupos financieros internacionales, además de afirmarse cada vez más en la telefonía fija y móvil de Brasil y Chile y de intervenir en los negocios de la televisión y del cine argentino-.
Este fenómeno de creación de conglomerados de multimedios de comunicación y de cultura tiene sus ejemplos, en una escala más reducida, en Uruguay y Paraguay. Paradójicamente, la integración regional se acentúa a través de esas asociaciones y fusiones empresariales, en las que los capitales extraregionales tienen un creciente protagonismo. Una situación relativamente nueva en este campo, que no es acompañada por políticas de regulación, nacionales y regionales, a fin de que la dinámica abierta represente beneficios sólidos y duraderos para los países del MERCOSUR, en vez de inversiones de corto plazo que pueden desaparecer con la misma rapidez con la que llegaron.
En lo relativo a la situación particular de la industria cinematográfica, el estudio antes referido de las industrias culturales en el MERCOSUR, registraba entre otras cosas, para el año 2000: “La producción cinematográfica que desde los años 60 tenía a Brasil como el país más desarrollado de la región (más de 65 largometrajes en 1965, frente a un promedio de 30 por año en Argentina), se centraliza en la actualidad en este último país, aunque la industria brasileña, debido a los cambios recientes de su legislación, está retomando en parte la dimensión que tuvo años atrás. Ambos países, a los cuales se ha sumado Chile en los últimos años (3 largometrajes en 1997 y 6 en 1999), cuentan con un fuerte prestigio internacional por la calidad estética y técnica de sus producciones. En todos los países de la región se verifica la creciente presencia de inversiones de grandes compañías multinacionales, con base en EE.UU. y en Australia, en materia de adquisición y construcción de complejos de salas cinematográficas. (…)
El Proyecto RECAM
Las principales actividades de negociación en el sector cinematográfico y audiovisual se desarrollan a través de dos ejes principales, como son los de coproducción (al que se vincula el de codistribución) y el de cooperación en el que se ubican diversas líneas de trabajo (formación, preservación, desarrollo de proyectos, etc.). Sobre ambas líneas se han desarrollado históricamente la mayor parte de las gestiones orientadas a enfrentar de manera conjunta los problemas del cine iberoamericano y a ellas se han sumado desde principios de esta década las que tuvieron lugar en el MERCOSUR por parte de los organismos estatales a cargo de la protección y el fomento de la cultura y la industria cinematográfica.
La coproducción se corresponde con los acuerdos o convenios suscritos entre dos o más países, y de los cuales participan los organismos a cargo del cine, la cultura y las relaciones exteriores. Se trata de documentos que establecen derechos y obligaciones de las partes y que establecen las condiciones para que las películas resultantes tengan reconocida la nacionalidad de cada uno de los países firmantes, obteniendo, en consecuencia, los beneficios establecidos en la legislación de los mismos (créditos blandos, ayudas, subsidios, etc.). En ellos queda claro el interés económico (inversiones, contribuciones, empleo, etc.) de las partes, al que se suma implícita o explícitamente el interés cultural de las relaciones.
Esto no impide a las empresas productoras realizar con empresas de otros países, determinados proyectos fílmicos, los que pueden estar exentos de algunos o de todos los beneficios referidos, acogiéndose a las posibilidades que tales proyectos tengan específicamente en los respectivos mercados.
Precisamente, los principales acuerdos bilaterales establecidos entre países mercosureños en materia de coproducción –y en el marco de los que habían sido aprobados por la CAACI en 1989 y que tiene carácter de leyes nacionales en diversos países latinoamericanos- figuraron entre 1994 y 1996, los efectuados por Argentina y Chile (diciembre 1994), Argentina y Brasil (fecha de promulgación, julio 1995) y Brasil y Chile (marzo 1996).
Estos acuerdos son de carácter casi similar entre los países y someten la aplicación de los mismos a la previa aprobación de los organismos estatales a cargo de la gestión en el sector.
Así, como ejemplo, el realizado entre Argentina y Chile establece que “las películas realizadas en coproducción entre las Partes serán consideradas como películas nacionales por las autoridades competentes de ambos países siempre que lo hayan sido de acuerdo a las normas legales y a las disposiciones vigentes en cada uno de los Estados. Estas gozarán de las ventajas previstas para las películas nacionales por las disposiciones legales vigentes o por las que podrán ser dictadas en cada Estado coproductor. A los fines de obtener los beneficios establecidos en el presente Acuerdo, los coproductores deberán satisfacer todos los requisitos exigidos por las respectivas leyes nacionales para tener derecho a las facilidades previstas en favor de la producción cinematográfica nacional, como también los requisitos establecidos por las normas de procedimiento dispuestas en este Acuerdo”.
La codistribución es también resultado de acuerdos institucionales, a través de los cuales los países se comprometen a poner en marcha la distribución y comercialización de una determinada cantidad de filmes en sus respectivos países, durante periodos anuales, y con criterios de reciprocidad. Es lo que hicieron, por ejemplo, España y Argentina en 1969, por medio de un Acuerdo intergubernamental –firmado entonces por los generales Franco y Onganía- y es lo que ha comenzado a llevarse a cabo entre Brasil y Argentina (agosto 2004) y entre Argentina y Chile, cuya gestión se inició en 2005.
A manera de ejemplo sobre los criterios que se manejan en estos acuerdo de codistribución, el realizado entre Argentina y Brasil destaca como objeto del mismo “la realización simultánea de un programa de reciprocidad entre el INCAA –Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales- de la República Argentina, y la ANCINE –Agencia Nacional do Cinema– de la República Federativa do Brasil, para dar apoyo financiero y/o de cualquier otra naturaleza a proyectos de distribución de obras cinematográficas brasileñas de largometraje en el mercado de salas de exhibición de Argentina; y recíprocamente apoyo financiero y/o de otra naturaleza a proyectos de distribución de obras argentinas de largometraje en el mercado de salas de exhibición de Brasil.
El Acuerdo será aplicable a la distribución de obras cinematográficas de largometraje en los géneros ficción, documental y animación, producidas en Argentina y en Brasil, cuyo formato original sea negativo fílmico o digital, finalizadas en 35 mm y destinadas a ser exhibidas prioritaria e inicialmente en el mercado de salas de exhibición, quedando librado a los contratos particulares entre los distribuidores y los productores y/o tenedores de los derechos de distribución internacional de dichos filmes, cualquier cuestión vinculada a los derechos de exhibición de las referidas obras en televisión o videos hogareños”.
Estas líneas de negociación y acuerdos bilaterales o multilaterales, se complementan, al menos como tentativa, con proyectos referidos a capacitación, desarrollo de proyectos, preservación del patrimonio fílmico y audiovisual, estudios e investigación, acciones conjuntas en festivales y muestras internacionales, etc.
La primera decisión intergubernamental para la creación de la RECAM fue adoptada por el Grupo Mercado Común en Montevideo, en diciembre de 2003, invocando el Tratado de Asunción, el Protocolo de Ouro Preto, el Protocolo de Integración Cultural del MERCOSUR, el Protocolo de Montevideo sobre Comercio de Servicios y las Decisiones del Consejo del Mercado Común y considerando “la conveniencia de establecer un foro destinado al análisis y desarrollo de mecanismos de promoción e intercambio de la producción y distribución de los bienes, servicios y personal técnico y artístico relacionados con la industria cinematográfica y audiovisual en el ámbito del MERCOSUR”.
De esa manera, el GMC acordó “crear la Reunión Especializada de Autoridades Cinematográficas y Audiovisuales (RECAM), con la finalidad de analizar, desarrollar e implementar mecanismos destinados a promover la complementación e integración de dichas industrias en la región, la armonización de políticas públicas del sector, la promoción de la libre circulación de bienes y servicios cinematográficos en la región y la armonización de los aspectos legislativos”.
También se dispuso que la RECAM estaría integrada “por los representantes gubernamentales del sector de los cuatro Estados Partes, y la coordinación de las respectivas Secciones Nacionales será ejercida por los órganos nacionales que cada Estado Parte determine, e integrada con las entidades representativas del Sector Privado. En el desarrollo de sus actividades, la Reunión Especializada podrá contar con el asesoramiento de las asociaciones regionales sin fines de lucro, reconocidas legalmente, que tengan por objeto temas relacionados con la industria cinematográfica y audiovisual en áreas relativas a los objetivos y principios del MERCOSUR”.
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FONTE
Blog de Octavio Getino
Link para o texto completo: http://is.gd/fphbV